¿SE AUTOINYECTAN NUESTROS PACIENTES?

Me ha llamado la atención un artículo que se acaba de publicar en el British Journal of Dermatology donde se describe una paciente británica que acudió a urgencias por lesiones cutáneas producidas por la autoinyección de acido hialurónico.



La paciente de 41 años se había inyectado a sí misma acido hialurónico en labios y en surcos nasogenianos, lo cual le había producido inflamación, dolor, hematomas y aparición de nódulos. Los dermatólogos la trataron con hialuronidasa, sustancia que “disuelve” el acido hialurónico.

La paciente comentó que había comprado el acido hialurónico por internet y que había visto varios videos que se difunden en la red para aprender a autoinyectarse la sustancia rejuvenecedora.

Internet puede ser una fuente maravillosa de información, pero en ocasiones permite a determinadas personas poner en riesgo su salud. La inadecuada inyección de un relleno puede producir necrosis de la piel, granulomas e incluso ceguera por embolismo a la arteria central de la retina.

En Europa, a diferencia de EEUU, los rellenos están considerados “implantable devices” y no fármacos. Esto hace que los controles y la regulación de los rellenos sea menor que la de los fármacos, lo cual no tiene ningún sentido. Además puede dar una imagen al paciente de que los productos que se inyectan en la piel no pueden producir efectos secundarios indeseados.

Esta falta de control sobre los rellenos hace que en ocasiones salgan al mercado inyectables sin muchos estudios clínicos que avalen su seguridad y eficacia, y a los pocos meses son retirados del mercado al ver los efectos secundarios. Esta es una de las múltiples razones por las que los médicos DEBEMOS LEER LO ULTIMO Y USAR LO PENULTIMO.

En resumen, a pesar de que todos queremos tener mejor aspecto, la solución no está en convertirnos en autoinyectores. Es más inteligente considerar nuestras arrugas como el resultado de que nos hemos reído… O ir a un dermatólogo.

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